Los
mismísimos Dark Tranquillity, una de las formaciones a las que se le
atribuye la creación del Death Melódico como tal, se detenía por
una noche en la Totem con la sana idea de presentar su último
Construct ante sus fieles seguidores norteños. La mera inercia ya
era suficiente como para ir echando gasofa y dejar que los kilómetros
fuesen consumiéndose. Unas horas más tarde comprobaríamos si había
sido justificado el empuje que gastábamos al poco de salir de
Bilbao.
Recién
llegados a Villava y haciendo un frio de órdago en la calle, la sala
nos invitaba a entrar con la potente calefacción que tenían
recibiéndonos. Primer momento en el que sentiríamos el calor que
iba a traer consigo la velada. A priori daba la impresión de que
había una entrada digna en la Totem y con el paso del tiempo se
acabaría constatando, llegarían muchos más de los que se esperaban
por suerte. De mientras, haciendo tiempo fuimos apurando unas
cervezas en lo que Tristania salían o no salían. Destacar aunque
sea de pasada, los precios apañados que se sigue gastando el recinto
navarro en materia de priva, habiendo que coger la cámara y un rato
después el coche, no lo aprovechamos todo lo bien que hubiésemos
deseado.
El
conjunto noruego aparecería sobre las tablas cuando aún no habíamos
dado cuenta de la primera garimba, con el mismo “Number” que abre
su último Darkest White adelantándonos el patrón que llevaría la
actuación entera. Tristania centrarían casi todos sus minutos en el
material que han dejado grabado con Mariangela Demurtas, su anterior
etapa con Vibeke solo sería recordada en un par de ocasiones. La
magnificencia de “Beyond the Veil” volviendo hasta nosotros en
desdibujado deja vu y el lirismo roto que sigue conservando “The
Shining Path” serían los dos únicos momentos para echar la vista
atrás, el resto se lo repartirían sus dos últimas obras.
Las
formas mucho más contemporáneas que plantean hoy en día, casan sin
dificultad con el timbre de la bella italiana que llevan al frente,
pocos huecos quedan para alardes propios de soprano. Mucho más
creíbles suenan cuando “Year of the Rat” o “Exile” salen a
la palestra, aun sin poseer el poso que tenían los cortes de sus
inicios, muestran a un conjunto solvente y apañado. Conectarían
poco con la parroquia a pesar de todo lo expuesto, con un sonido al
que le faltaba nitidez como para poder distinguir con facilidad las
tres voces que exponían, la actuación de Tristania en escasos
momentos fue capaz de provocar el alboroto sobre la Totem. La gente
se lo tomaba con tranquilidad, esperando a que los cabezas de cartel
diesen la réplica y soportando las luces epilépticas que los
noruegos tenían a bien utilizar poco antes de despedirse.
Teniendo
a una banda justo detrás de la otra, era sencillo ver las
similitudes que guardan los nuevos cortes de Dark Tranquillity con
los momentos gloriosos de Tristania. La misma épica melancólica
parece que guíe los surcos de los suecos, como en su día hizo con
los de la formación que liderara Morten Veland. Metal sinfónico
para algunos, gótico para otros, que cada vez otorga un mayor
protagonismo a los teclados, a las melodías y a los golpes de efecto
pomposos. Por suerte los de Michael Stanne siguen conservando su
inequívoca personalidad y unas bases asentadas sobre el Death
Melódico que ellos mismos cincelaron hace dos décadas.
Arrancarían
como en su anterior gira con una proyección que refería un inicio
de sesión, el comienzo de la película que Dark Tranquillity nos
iban a contar representado de manera diáfana, a lomos de “The
Science of Noise” y un sonido que poco se parecía al que habíamos
estado sufriendo hacía un rato. Los ánimos se calentaban de golpe y
porrazo y todas las miradas se posaban sobre el espigado frontman que
comandaba la ofensiva. Dark Tranquillity salían jugando las mismas
cartas que habían intentado sus teloneros, es decir, apoyarse sobre
las nuevas creaciones y presentar con confianza su último Construct.
Demasiados clásicos escondidos y requiebros nos aguardaban en lo que
duraría el largometraje de todos modos.
“White
Noise/Black Silence” se colaba de manera tempranera y metía un
acertado empujón a los que se habían confiado con los prolegómenos,
“What Only Knows” en cualquier caso volvería para recordarnos
que las voces limpias de Michael Stanne son hoy en día mucho más
que un simple recurso a pie de página. A esas alturas más o menos,
cuando andábamos perdidos entre los tiempos melosos y los fraseos
desgarrados, nos percatamos por primera vez de la ausencia de bajista
sobre las tablas. El surrealista momento fue justificado cuando
recordamos que Daniel Astonsson ni siquiera había grabado el último
trabajo y nos preguntábamos por qué el conjunto no se había
dignado en buscar un bajista con el que hacer la gira.
Este
detalle quedaría como la anécdota de la noche y nos serviría para
hacer todo tipo de juicios sobre el rumbo que lleva hoy en día la
formación, que no nos pondríamos demasiado rotundos es evidente en
cualquier caso, la fiesta continuaría con bajista presente o sin él.
Lo haría con uno de los mejores cortes que nos dejó “We Are The
Void”, el fatalista tema amigo de cortar los ritmos con cuatro
notas de teclado, genial manera de aunar lo viejo y lo nuevo en cinco
minutos mal contados.
Reverenciando
bastante menos al pasado se nos mostraban “The Silence in Between”
y “Zero Distance”, dos cortes en los que Michael Stanne conectaba
con las primeras filas sobrado de carisma y saber hacer. No ha
perdido ni la voz ni el porte aun, sigue resultando amenazante cuando
se lo propone y absolutamente meloso a poco que tenga ocasión, sin
duda se conserva como un frontman de los que marcan diferencias. No
sería el caso sin embargo cuando “A Bolt Of Blazing Gold” fue
mentado en virtud del aniversario que tiene pendiente este año el
Skydancer, aquí Stanne tendría que compartir protagonismo con
Mariangela Demurtas que saldría para darle la réplica. Lo mismo
pero aumentado sucedería durante “The Mundane and the Magic”, en
la que nos acordaríamos con pesar y añoranza de la maravillosa voz
de Nell Sigland.
El recuerdo proseguía
y nos hacía volar hasta el año 1995, fecha en la que el legendario
The Gallery abría la lata del Death Melódico con “Punish My
Heaven” en la misma punta de la navaja. Tras constatar una vez más
que sigue conservando su idoneidad para el desmelene precipitado,
pasábamos al estudio de otra etapa bastante menos conocida de los de
Goteborg. El álbum Haven, el mismo que incluiría mayor número de
influencias góticas hasta llegar a tiempos modernos, tomaba el turno
en la Totem con “The Wonders At Your Feet” e “Indifferent Suns”
marcando los tiempos. Llegaríamos de esta manera tan golosa, hasta
los lógicos momentos álgidos de la actuación.
Comenzarían
con “Iridium” a modo de balada luciferina, con todo el empaque
Black Metal que conlleva y su enorme video apoyando desde el fondo
del escenario. Glorioso resultaría de la misma forma que “Terminus”
y sus referencias al lado más dicharachero del sonido Goteborg. Los
minutos se harían exiguos teniendo en cuenta lo bien que lo
estábamos pasando, rompiéndonos el cuello al son que el tecladillo
nos imponía, chocando frente a cada contra que los suecos nos
servían.
Habría
aun otro par de instantes para degustar el Construct que se había
venido a presentar, “State of Trust” y “Endtime Hearts”
servirían para tal fin, ciertamente disfrutables cada uno a su
manera, pero sin la enjundia requerida como para cerrar un show de
Dark Tranquillity. Para semejantes papeletas estaban “Therein” y
“Lost to Apathy” preparados en la recamara, definitivos,
poderosos e incontestables. Restaba tan solo “MIsery´s Crown”
haciendo las veces de nuevo himno de la formación para clausurar la
jornada, un rato después vendría “Uniformity” como epilogo
justo y necesario, remarcando la importancia que tiene para la banda
su último trabajo y dejándonos con ganas de seguir tarareando
melodiosos gruñidos antes de alcanzar la noche pamplonica.
Crónica y fotos por Unai Endemaño.
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