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martes, 3 de diciembre de 2013

Amorphis+Starkill- Kafe Antzoki (Bilbao)


De domingo y de resaca se nos presentaba la última fecha de Amorphis en suelo vasco, una cita ineludible para todos los seguidores del Metal melódico bipolar. La fanfarria vendría motivada en esta ocasión por Circle, brillante capitulo en la historia que los fineses llevan contando desde hace ya nueve años, más o menos desde que Tomi Joutsen se uniera a sus filas. Sin sorpresas con las que vender los casi treinta euros que costaba la entrada por tanto, pero con las lógicas garantías que aseguraban anteriores comparecencias, los creadores del Tales From The Thousand Lakes zanjarían con nota el evento que aquí se relata.
La cosa comenzaría torcida de todos modos, preparada por unos teloneros de Chicago llamados Starkill que llevan un par de años como banda en activo. Curiosa cuanto menos se antojaba la elección, sin nombre ni bagaje que justificase su lugar en tan importante gira, darían para un buen número de cábalas sobre cómo habían conseguido acabar allí esa noche. Gustaron a un sector muy concreto del respetable habría que afirmar antes de nada. Nos estamos refiriendo a la facción más juvenil de los presentes, esa que parecía disfrutar con las atropelladas composiciones de los yankees, mientras el resto nos mirábamos sin saber muy bien dónde meternos.
Las andanadas de death melódico inconsistente eran difíciles de digerir si se disponía de cierta perspectiva con la que observar el panorama, demasiados detalles fusilados a Children Of Bodom se vislumbraban por desgracia. Pocas cosas novedosas que salvar de la quema, ante nosotros se encontraba una formación que no ofrecía nada más que humo pasado de fecha. Como una versión barata de los mentados vecinos del Bodom, ni siquiera como una copia descafeinada de Norther o un tributo sosainas de los mismísimos Kalmah, los Starkill parecían unos teleñecos pretendiendo sonar malotes y peligrosos.
Distinguiríamos la bailonga “Strength in the Shadow” entre tanto riff cuadriculado y valoraríamos la entrega que la banda ofrecía, consiguiendo en algún instante que parte de la sala respondiese al empuje. Demostraban minuto a minuto que lo suyo era Metal de chavales para chavales, las altas expectativas no podrían habérseles aplicado en consecuencia. Terminarían con el mismo artificio que había regido su actuación, envueltos en un corte plagado de blast beats y carente de criterio con el que gobernarlos.
Pasaríamos a mayores finalmente, tras un breve intermedio que nos iba a permitir acercarnos hasta la barra y comprobar como el Antzoki presentaba una entrada más que digna para los tiempos que corren. Saludaríamos a unos pocos parroquianos habituales y recuperaríamos nuestro hueco al ladito mismo del escenario. Los finlandeses saltarían con el “Shades of Gray” que abre su último redondo y comenzarían con el guion que tenían pactado. Tomi Joutsen como referente absoluto que viene siendo desde que forma parte del conjunto y los dos guitarras con galones flanqueándole a media distancia. En situaciones de menor enjundia o segunda línea visual se colocaban bajo, teclado y batería encargándose del apartado meramente musical del espectáculo.
La presentación de Circle era remarcada mientras aún se nos permitía seguir tirando fotos, por los aires folclóricos de “Narrow Path”, uno de los cortes con más gancho con que cuenta el citado LP. Estaba claro que Amorphis estaban decididos a presentar con solvencia la parte más melódica que encierra su repertorio, dejando los momentos más sombríos para dar ocasionales contrapuntos. Acontecerían de esta manera “Sampo” y “Silver Bride” en el mismo orden en el que aparecían en el Skyforger del 2009, dotando a la actuación de cierta continuidad muy de agradecer.
Los tiempos se volverían un poco más violentos cuando el señor Joutsen se encaramaba sobre el pequeño pedestal que le habían colocado a sus pies y comenzaba a entonar la inmortal “Against Widows”. Uno de los cortes más emblemáticos de la formación servía para constatar una vez más lo bien que se le da meter guturales al carismático rastafari. Volvería el tercio a cambiar de acera, a manos de “Wanderer” y su millar de melodías inofensivas. Perfecto ejemplo de la facilidad pasmosa que conserva esta gente para trabar singles efectivos sin despeinarse.
Con los ánimos en todo lo más alto, alcanzaríamos los instantes fugaces que se escapan cuando “My Kantele” sirve de banda sonora, pocas acústicas esta vez y una interpretación en la que el conjunto no se explayo tanto como en anteriores ocasiones. Aquí concluiría la primera parte del concierto en cuestión, algo más que una toma de contacto sin duda que tendría una digna continuación en la intro del Tales From The Thousand Lakes.
Lógicamente sería “Into Hiding” la siguiente bala que Amorphis habrían reservado para devolvernos hasta uno de los capítulos más bellos que nos regalara el Metal europeo a mediados de los noventa. Con el mismo aire misterioso, potente e inimitable era interpretado el corte, voces cavernosas mejoradas respecto a las del original y perdiendo como es costumbre, parte de la autenticidad que destilaba hace veinte años. “Nightime Bird” tendría el honor de proseguir la velada después de semejante joya, enorme momento que resume todas las virtudes con que cuentan los fineses a día de hoy.
La cera se detendría una vez más para dejar que asomasen “The Smoke”, “You I Need” y “Hopeless Days”, tres singles en cadeneta definitiva para terminar de subyugar a los pocos que aun quedasen sin decidirse. No se destinaría demasiado espacio para caras B o repescas de última hora, los éxitos del conjunto vienen siendo tantos y tan efectivos, que acaban bastando para conformar cualquier setlist. Por uno de los pocos huecos que aparecieron ante la regla mencionada, surgiría “Vulgar Necrolatry” pegando un sonoro puñetazo encima de la mesa y entonando el hasta luego con innegable estilo.
Volverían al poco, con tres excusas finales con las que dejarnos la sonrisa grabada. De primero “Sky is Mine”, su inolvidable punteo y el alboroto resultante poniéndonos los dientes largos. Continuando con “Black Winter Day” y la satisfacción que provocaba revisitar semejante leyenda de la música contemporánea y terminando con el postre dulce y meloso que lleva por nombre “House Of Sleep”. No habría ocasiones para repetir después del menú que nos habrían dispensado, tan solo para demostrar una vez más que el fuerte del público español, no es canturrear los temas siendo fiel a lo escrito. Tomi Joutsen lo constataría una vez más en la recta final, posiblemente en la única ocasión en la que decidió interactuar con la audiencia.
Estupendo concierto en cualquier caso, predecible, poco aventurero y sin sorpresas que mencionar, pero absolutamente disfrutable. Amorphis han acabado convirtiéndose en una institución de sonido inimitable, melodías sobradas de gancho y pocos sobresaltos de carácter experimental. Alegrémonos de lo lejos que quedan los tiempos en los que la banda cruzaba el páramo de la indiferencia y sus giras nunca llegaban hasta nuestro país, esos años han quedado olvidados. Conciertos fulgurantes y exitosos como los del Antzoki, son las pruebas que la banda va dejando a su paso.

Crónica + Fotos por Unai Endemaño.























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