De domingo y de resaca se nos
presentaba la última fecha de Amorphis en suelo vasco, una
cita ineludible para todos los seguidores del Metal melódico
bipolar. La fanfarria vendría motivada en esta ocasión por Circle,
brillante capitulo en la historia que los fineses llevan contando
desde hace ya nueve años, más o menos desde que Tomi Joutsen se
uniera a sus filas. Sin sorpresas con las que vender los casi treinta
euros que costaba la entrada por tanto, pero con las lógicas
garantías que aseguraban anteriores comparecencias, los creadores
del Tales From The Thousand Lakes zanjarían con nota el evento que
aquí se relata.
La cosa comenzaría torcida de todos
modos, preparada por unos teloneros de Chicago llamados Starkill
que llevan un par de años como banda en activo. Curiosa cuanto menos
se antojaba la elección, sin nombre ni bagaje que justificase su
lugar en tan importante gira, darían para un buen número de cábalas
sobre cómo habían conseguido acabar allí esa noche. Gustaron a un
sector muy concreto del respetable habría que afirmar antes de nada.
Nos estamos refiriendo a la facción más juvenil de los presentes,
esa que parecía disfrutar con las atropelladas composiciones de los
yankees, mientras el resto nos mirábamos sin saber muy bien dónde
meternos.
Las andanadas de death melódico
inconsistente eran difíciles de digerir si se disponía de cierta
perspectiva con la que observar el panorama, demasiados detalles
fusilados a Children Of Bodom se vislumbraban por desgracia. Pocas
cosas novedosas que salvar de la quema, ante nosotros se encontraba
una formación que no ofrecía nada más que humo pasado de fecha.
Como una versión barata de los mentados vecinos del Bodom, ni
siquiera como una copia descafeinada de Norther o un tributo sosainas
de los mismísimos Kalmah, los Starkill parecían unos teleñecos
pretendiendo sonar malotes y peligrosos.
Distinguiríamos la bailonga
“Strength in the Shadow” entre tanto riff cuadriculado y
valoraríamos la entrega que la banda ofrecía, consiguiendo en algún
instante que parte de la sala respondiese al empuje. Demostraban
minuto a minuto que lo suyo era Metal de chavales para chavales, las
altas expectativas no podrían habérseles aplicado en consecuencia.
Terminarían con el mismo artificio que había regido su actuación,
envueltos en un corte plagado de blast beats y carente de criterio
con el que gobernarlos.
Pasaríamos a mayores finalmente,
tras un breve intermedio que nos iba a permitir acercarnos hasta la
barra y comprobar como el Antzoki presentaba una entrada más que
digna para los tiempos que corren. Saludaríamos a unos pocos
parroquianos habituales y recuperaríamos nuestro hueco al ladito
mismo del escenario. Los finlandeses saltarían con el “Shades of
Gray” que abre su último redondo y comenzarían con el guion que
tenían pactado. Tomi Joutsen como referente absoluto que viene
siendo desde que forma parte del conjunto y los dos guitarras con
galones flanqueándole a media distancia. En situaciones de menor
enjundia o segunda línea visual se colocaban bajo, teclado y batería
encargándose del apartado meramente musical del espectáculo.
La presentación de Circle era
remarcada mientras aún se nos permitía seguir tirando fotos, por
los aires folclóricos de “Narrow Path”, uno de los cortes con
más gancho con que cuenta el citado LP. Estaba claro que Amorphis
estaban decididos a presentar con solvencia la parte más melódica
que encierra su repertorio, dejando los momentos más sombríos para
dar ocasionales contrapuntos. Acontecerían de esta manera “Sampo”
y “Silver Bride” en el mismo orden en el que aparecían en el
Skyforger del 2009, dotando a la actuación de cierta
continuidad muy de agradecer.
Los tiempos se volverían un poco
más violentos cuando el señor Joutsen se encaramaba sobre el
pequeño pedestal que le habían colocado a sus pies y comenzaba a
entonar la inmortal “Against Widows”. Uno de los cortes más
emblemáticos de la formación servía para constatar una vez más lo
bien que se le da meter guturales al carismático rastafari. Volvería
el tercio a cambiar de acera, a manos de “Wanderer” y su millar
de melodías inofensivas. Perfecto ejemplo de la facilidad pasmosa
que conserva esta gente para trabar singles efectivos sin
despeinarse.
Con los ánimos en todo lo más
alto, alcanzaríamos los instantes fugaces que se escapan cuando “My
Kantele” sirve de banda sonora, pocas acústicas esta vez y una
interpretación en la que el conjunto no se explayo tanto como en
anteriores ocasiones. Aquí concluiría la primera parte del
concierto en cuestión, algo más que una toma de contacto sin duda
que tendría una digna continuación en la intro del Tales From
The Thousand Lakes.
Lógicamente sería “Into Hiding”
la siguiente bala que Amorphis habrían reservado para devolvernos
hasta uno de los capítulos más bellos que nos regalara el Metal
europeo a mediados de los noventa. Con el mismo aire misterioso,
potente e inimitable era interpretado el corte, voces cavernosas
mejoradas respecto a las del original y perdiendo como es costumbre,
parte de la autenticidad que destilaba hace veinte años. “Nightime
Bird” tendría el honor de proseguir la velada después de
semejante joya, enorme momento que resume todas las virtudes con que
cuentan los fineses a día de hoy.
La cera se detendría una vez más
para dejar que asomasen “The Smoke”, “You I Need” y “Hopeless
Days”, tres singles en cadeneta definitiva para terminar de
subyugar a los pocos que aun quedasen sin decidirse. No se destinaría
demasiado espacio para caras B o repescas de última hora, los éxitos
del conjunto vienen siendo tantos y tan efectivos, que acaban
bastando para conformar cualquier setlist. Por uno de los pocos
huecos que aparecieron ante la regla mencionada, surgiría “Vulgar
Necrolatry” pegando un sonoro puñetazo encima de la mesa y
entonando el hasta luego con innegable estilo.
Volverían al poco, con tres excusas
finales con las que dejarnos la sonrisa grabada. De primero “Sky is
Mine”, su inolvidable punteo y el alboroto resultante poniéndonos
los dientes largos. Continuando con “Black Winter Day” y la
satisfacción que provocaba revisitar semejante leyenda de la música
contemporánea y terminando con el postre dulce y meloso que lleva
por nombre “House Of Sleep”. No habría ocasiones para repetir
después del menú que nos habrían dispensado, tan solo para
demostrar una vez más que el fuerte del público español, no es
canturrear los temas siendo fiel a lo escrito. Tomi Joutsen lo
constataría una vez más en la recta final, posiblemente en la única
ocasión en la que decidió interactuar con la audiencia.
Estupendo concierto en cualquier
caso, predecible, poco aventurero y sin sorpresas que mencionar, pero
absolutamente disfrutable. Amorphis han acabado convirtiéndose en
una institución de sonido inimitable, melodías sobradas de gancho y
pocos sobresaltos de carácter experimental. Alegrémonos de lo lejos
que quedan los tiempos en los que la banda cruzaba el páramo de la
indiferencia y sus giras nunca llegaban hasta nuestro país, esos
años han quedado olvidados. Conciertos fulgurantes y exitosos como
los del Antzoki, son las pruebas que la banda va dejando a su paso.
Crónica + Fotos por Unai Endemaño.
Crónica + Fotos por Unai Endemaño.
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