Verdaderamente
afilado sería lo vivido en la Sonora de Erandio, el pasado domingo
veintiocho de Septiembre. Tres formaciones de espíritu semejante,
unos alemanes, otros canadienses y unos suecos finalmente, tomarían
el pueblo a base de incontestable ortodoxia metálica. Poco
importaría que la ceremonia cayese en domingo, o que los días
anteriores, se hubiesen venido celebrando cantidad de conciertos por
la zona. La pureza estilística tendría recompensa en esta ocasión.
Desde el primer
momento ya se pudo apreciar una entrada más que aceptable, con
bastante más gente que la última vez que nos dejamos caer por la
Sonora, y el humo recibiéndonos al poco de haber llegado al recinto.
La actuación de Stallion andaba en sus momentos cruciales,
enfilando los últimos cortes que zanjarían su primera
comparecencia, por tierras vascas.
Los alemanes se
estaban mostrando resolutivos, luciendo desparpajo y frescura, a
pesar de lo clásico que sonaba lo que interpretaban. Tomaban la zona
delantera del escenario, al tiempo que desplegaban ilusión juvenil
con cada riff que parián. Practicaban entre tanto, un vigorizante
Metal ochentero de tintes germánicos, en el que no se ocultaban las
evidentes influencias bajo las que todo florecía.
Dejarían paso a
Striker con su versión de Rock Goddess, "Heavy Metal
Rock 'n Roll", y con su oportuno homenaje al "Canadian
Steel". Perfecto prolegómeno sería sin duda, para la esperada
actuación de los de Edmonton, quienes saltarían con el cuchillo en
los dientes sobre las tablas de la Sonora, sonriendo ante todos y
cada uno de los que allí nos encontrábamos, pero exprimiendo al
máximo las posibilidades que su propuesta les permitía.
Los creadores del
celebérrimo Armed to the Teeth, tardarían medio minuto en
hacerse con el recinto, hilvanando melodías contagiosas, mientras
clavaban poses de videoclip cervecero. Su entrega y dinamismo, eran
tal y como nos habíamos imaginado antes de presenciarles. Son simple
y llanamente, una formación que derrocha impacto instantáneo, sabe
como componer pequeños clásicos irrelevantes y se nota que ha
pasado muchas horas pinchando los viejos vinilos de Sword y Fifth
Angel.
Suministrarían
Power Metal ochentero de perfecta factura, sobre los animados
Metalheads presentes, sin pararse a medir las consecuencias ni
ponerse a especular con el desarrollo. A piñón, cuesta abajo y sin
frenos sería la experiencia de los canadienses. Tan speedica y
emotiva que se nos pasaría en un abrir y cerrar de ojos. Atrás
quedarían momentazos como “Fight For Your Life” o “City of
Gold”, amen de su impepinable final con “Full Speed or No Speed”.
Se zanjaría de esta manera, una comparecencia que
difícilmente podría superarse en lo que restaba de noche.
Para intentarlo
sin embargo, andaban por allí los suecos Bullet, una
formación que está ascendiendo laboriosamente en el escalafón y
que no enmascara sus aspiraciones por acabar en primera división.
Contando con pelotazos tan pegadizos como “Rolling Home” o “Dusk
Till Dawn”, considero que tienen motivos evidentes como para
codearse con los notables del género. Con esas miras plantearían un
show ambicioso, a pesar de la aparente humildad de la gira en sí.
Con una piedra
para afilar cuchillos de carnicero, con la que ponerse a echar
chispas desde la inicial “Storm Of Blades”, una marioneta que
aparecía presentando uno de los cortes desde el fondo de un Marshall
supuestamente reventado, o un nazareno hercúleo, que iluminaba la
estancia golpeando su maza sobre un yunque de cartón-piedra, los
Bullet ofrecerían un poquito más que lo que sus cortes mostraban
por sí mismos.
En los
estrictamente musical andarían correctos y excesivamente pausados,
tal vez demasiado conscientes de su papel como cabezas de cartel.
Haciéndonos canturrear un poco más de lo necesario y parando el
concierto alguna vez más de lo que hubiese sido deseable. En el lado
positivo hay que afirmar, que conectarían certeramente con el
público que nos arremolinábamos en la Sonora, con esas líneas
heredadas de Accept y esos ritmos que AC/DC hubiesen podido firmar
hace décadas, los Bullet convencían por su propio peso.
Su pareja de guitarras volvió a demostrar lo bonito y lucido que
siguen quedando los punteos doblados, cuando se dosifican con gusto.
El peculiar Hell Hofer con su capa y sus pintas extravagantes, sería
una vez más un maestro de ceremonias correcto, sabedor de que el
verdadero gancho de la bala, recae sobre sus duelos a las seis
cuerdas. Todo en cualquier caso, resultaría supeditado al conjunto,
desde el mismo inicio coral, hasta el inequívoco final en el que,
como ya es costumbre, voltearon los mástiles para que se leyese
“BITE THE BULLET”. El único final posible sin duda, montados
sobre una bala de cruzadas y neón fosforito.
Crónica y fotos por Unai Endemaño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario