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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Crónica - The Ocean+Shining+Hacride+Tides From Nebula-Sala Santana 27 (Bilbao)

A más de once kilómetros de profundidad, hasta cierto oscuro rincón en el que solo unos cuantos bichos abisales sobreviven nos iban a sumergir sin piedad The Ocean. El motivo que la banda liderada por Robin Staps alegaría para semejante riada emocional, sería la presentación de su último Pellagial en sociedad. Gota a gota, tema a tema el álbum iría cubriendo todas y cada una de nuestras expectativas, el océano se haría eterno dentro de una sala con el color azul diferenciando y la noche entera para desbordarse.
Deberíamos obviar en esta ocasión la tristemente habitual mención para la exigua audiencia que hasta el recinto nos acercamos, estábamos los que teníamos que estar y no éramos demasiados, apuntaremos tan solo. Un lujazo tremendo el poder contemplar semejante elenco sin estrecheces, si te apetecía pegarte de empujones te ibas delante y tenías lo tuyo, si por contra la idea era contemplar el espectáculo alejado del contacto humano, te quedaban multitud de resquicios desde los que avistar el escenario sin tener que sudar una sola gota para ello.
Tides From Nebula comenzarían la sesión a toda prisa, subiéndose a las tablas como quien se monta en el autobús un lunes por la mañana, no sería el tiempo lo que iban a dejarse por el camino estos polacos. Sus minutos serían escasos y sabrían cómo aprovecharlos para que nos diesen la impresión de haber transcurrido en medio suspiro. Un firme Post Rock plagado de referencias a God Is An Astronaut sería presentado para ello, usando dos guitarras para gobernar las sonoridades y encomiables latigazos con los que despertar a la parroquia. La arrogancia de sus formas les haría dibujarse más grandes de lo que en un principio se les esperaba, sin quitarse en ningún momento el mono de trabajo que su papel les adjudicaba, pero sabedores del enorme potencial que atesoran. “Only With The Presence” sería el momento musical que resumiría su paso por la Santana y los minutos en los que uno de sus guitarras se bajaba de las tablas en actitud desafiante, los que nos dejarían las instantáneas para el recuerdo inequívoco.
Los siguientes en la lista vendrían desde la vecina Francia, pertrechados tras sus poses de tipos duros de manual y con su cantante escondiéndose debajo de la capucha de la sudadera. Hacride tampoco habían venido hasta Bilbao con la idea de hacer prisioneros a su paso, lo robusto de su propuesta garantizaba esta afirmación. Presentarían su último “Back to Where you´ve Never Been” con impecable pegada y multitud de ritmos cortados dispuestos para ir dejando las espaldas a tono. Se mostraron como unos meritorios hijos bastardos de Meshuggah, con mucho que envidiar aun a sus paisanos Gojira, pero absolutamente resolutivos en distancias cortas como las que aquí se relatan. Se apearían del camino sin que el listón se viese afectado y la noche proseguiría imparable hacía el ocaso que tenía fijado.
La última parada que haríamos antes de comenzar el mencionado descenso, tendría a los noruegos Shining como protagonistas absolutos e inevitables. Su mezcla de Black Metal con Jazz reverberaría sobre la estancia haciendo que nos preguntásemos una y otra vez, si tanto caos era absolutamente necesario. Sonaron rugientes, desenfrenados y completamente hirientes en el sentido más literal del término, mostrándose viscerales y desatando un torbellino que antes que al Jazz, recordaba sobremanera al Punk de gente bien. Chirriaron todo lo que les dejaron a pesar de colar un saxofón en medio de su catarsis, tratando de provocar con sus formas y consiguiéndolo sin remisión. Yo ya estoy pensado en la próxima vez en que les tenga delante, sin otro grupo encima suyo al que prestar atención y convenientemente preparado para la andanada de hostias que a buen seguro tratan de propinarme.
El momento de coger aire había llegado por fin, la inmersión se antojaba ineludible en medio del azul eléctrico que se apoderaba del recinto y el colectivo oceánico iba tomando posiciones sobre las humildes tablas de la Santana. El pie tan solo meteríamos con la delicada introducción “Epipelagic”, hasta que tocase ir dejando la orilla con “Mesopelagic” haciendo las veces de banda sonora mayestática. El conjunto se erguía poderoso y desafiante, los brutales cambios de ritmo que las piezas marcaban, salpicaban rabia contenida y presagiaban el vendaval que se cernía sobre los indefensos espectadores. Loic Rosseti se situaba de costado, en postura similar a como suele colocarse Maynard Keenan, relativamente ajeno a lo que estaba provocando y pletórico en lo concerniente a las voces que tenía que interpretar.
El sonido era poderoso, suficientemente cristalino como para dejarnos apreciar casi todos los matices que encierra Pelagial, con los recovecos progresivos a un lado y los puramente violentos al otro. En nuestro descenso no encontraríamos proyecciones como los que la banda ha utilizado en otros puntos del tour, tendríamos que mirar dentro de nosotros mismos para escenificar lo que nos estaban sirviendo. El grupo se iba a mostrar generoso en cualquier caso, moviéndose allí donde el espacio les permitía, regalando énfasis y trasmitiendo emociones en cascada perfecta. Era sencillo abstraerse, a cada minuto se hacía más fácil perderse dentro de las composiciones megalíticas que The Ocean facturaban.
Acabarían llegando los instantes en los que el aire se volatilizaría, los momentos más Doom del espectáculo nos caían encima entonces, con un millón de atmosferas de presión y la imposibilidad de soportarlas sin doblar la cerviz. Los de Robin Staps sobresalían por el enorme abanico que utilizaban, ahora Jazz para introducir ”Let Them Believe”, un instante antes Sudge refinado para sentar la base de “Disequillibrated” o guiños al mejor Metalcore posible, para hacer viable “The Wish Of Dreams”. Los aires pantanosos de Neurosis asaltaban en “Demersal” aleccionándonos sobre cómo tiene que sonar el Post Metal y los tiempos iban ralentizándose mientras tanto, asfixiando todas las ideas que se nos iban ocurriendo.
El ocaso sería alcanzado, como no podía ser de otra manera, una vez que palpamos el lecho marino y comenzaba “The Origin Of Our Wishes” a fundirnos con su inapelable ritmo funerario. Las luces parecieron en ese momento más brillantes, los graves lo inundaban todo y nos regodeábamos de haber llegado hasta el último escalón de nuestro viaje submarino. La banda tendría la deferencia de volver para interpretar un corte más a modo de bis, creo que fue “Firmament” el escogido aunque no pueda garantizarlo con solvencia, mi mente aún permanecía muy lejos, en cierto fondo oceánico donde nuestras emociones habían simulado asfixiarse. 

Crónica y fotos por Unai Endemaño.














































































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