Cual apisonadora
implacable se abatirían sobre el Antzoki los Overkill, con la misma
falta de consideración, con la que un gigantesco abusón apalearía
niños indefensos. De esta manera tan expeditiva, recibiríamos la
del pulpo a manos de la vieja bestia golpeadora de New Jersey, sin
trinchera tras la que parapetarnos, ni burladero desde el que
esquivar las cornadas. El impacto, por tanto, sería directo, certero
e inevitable, sin cortapisas ni justificaciones sesudas que lo
sustentasen, como una demoledora azotaina de Thash Metal flamígero,
infringido en nuestras mismas narices.
Antes de que nos
atropellasen, sin embargo, tendríamos tiempo para ir cogiendo el
tono con el ramillete de teloneros que la gira proponía. En primer
lugar, con la única misión de cumplir el expediente, y sin
demasiadas posibilidades de brillar entre el plantel estelar
programado, aparecerían los tejanos Darkology. Saldrían antes de lo
que estaba previsto en un primer momento, con mucha gente aún por
las inmediaciones y sin demasiadas oportunidades como para que su
comparecencia pasase del mero tramite. Terminarían con una
desangelada versión del "Mob Rules" de Sabbath, tan
desangelada como la impresión que dejarían flotando sobre el
Antzoki.
La fiesta
comenzaría con los siguientes espadas de la noche, los aguerridos
suecos Enforcer. Su comparecencia sería tan breve como
vertiginosa, poniendo toda la carne en el asador desde el primer
segundo que pisaron tablas bilbaínas. Sin tener a su favor el factor
tiempo, tirarían de entrega para animar el cotarro, dejándose los
higadillos a base de Heavy Metal acelerado.
Su puesta en
escena continúa siendo la que se gastaban los conjuntos de serie B
de los años ochenta. La propia de Grim Ripper, Warlord o Stormwitch,
por citar tres ejemplos tan solo. Cuero, mallas ultra pegadas y
muñequeras de pinchos vintage, lucirían de esta manera los cuatro
suecos joveznos, fieles a la idiosincrasia metálica más integrista,
haciendo juego con las melodías afiladas que iban trenzando.
Comenzarían con
un corte de su último trabajo, el single "Mesmerized by Fire",
para proseguir a toda pastilla con "Live For the Night" y
dejar en el centro de su comparecencia, una gloriosa versión del
"Countess Bathory" de Venom, su momento más inspirado de
largo. El resto del minutaje, se lo tirarían volando por sus
mástiles, sudando la gota gorda en lo que clavaban mil y un estampas
forzadas. Lo musical quedaría en un segundo plano por desgracia,
ante tantísima entrega como desprendían, dejarían ver demasiados
gazapos dentro de la película que estaban interpretando.
Arrolladores en lo referente a la intensidad, aunque carentes de la
consistencia musical necesaria, zanjaríamos una vez más ante los
Enforcer.
El siguiente
plato, sería mucho menos embarullado que el que nos acababan de
servir los suecos. Nos lo traerían desde lo más profundo de Nueva
York, los legendarios Prong, en su primera visita por Bilbao
después de más de veinte años de carrera. Presentarían en
sociedad su último Ruining Lives, así como algunos de sus
legendarios cortes de los noventa.
Muchos eran los
que ansiaban toparse con las huestes de Tommy Victor, en medio del
Antzoki, por lo que la entrada para cuando aparecieron, ya comenzaba
a ser hermosa. Unos cuantos conseguiríamos seguir los ritmo
hardcoretas que la banda lanzaría orgullosamente, subrayando su
ciudad de origen con inequívoca vehemencia y actitud. Los tiempos
cortados y los coros tabernarios inundarían las dependencias,
llevándonos hasta los mismos cimientos sobre los que el Crossover
fue creado.
Recorreríamos
himnos como “Broken Peace” o “Lost And Found”, pasando de
puntillas sobre los últimos pelotazos de este siglo, priorizando
sobre lo que la peña tenía en mente escuchar, pasaríamos un rato
corto y ameno. Mucho clásico noventero, un bajista malote que
apartaba cabezales a patadas y un sonido que no sería el indicado en
los primeros momentos de la actuación, retratarían la demostración.
Me da la impresión de que el día que vuelvan de cabezas, podremos
ver la verdadera dimensión de su legado.
Zanjados en
cualquier caso los aperitivos, afrontaríamos el verdadero motivo por
el que nos habíamos dejado caer por el Antzoki. Comenzaría en este
punto, la andanada de ostias que Overkill iban a suministrarnos. Lo
harían con “Armorist” luciendo como si fuese un verdadero
clásico, y con toda la sala volcada desde antes incluso que Bobby
hubiese comenzado, con la primera de sus carreras kamikazes.
Encaramado sobre
los frontales en su característica pose, dejando el centro del
escenario al capitán D.D.Verni, el señor Ellsworth guiaría a su
formación entre algunos de los mayores pepinazos del Thrash Metal
mundial. Retazos de historia que conformaban un setlist inapelable,
tomarían cuerpo sobre las castigadas tablas del teatro bilbaíno. A
su lado aparecerían nuevos cortes, para añadir inmediatez al
conjunto, demostrando que esta no es una banda que viva de las
rentas, atreviéndose incluso a colocar su último single en los
bises, como hacen los que gustan de ganarse los aplausos cada noche.
No es de extrañar
que esta formación se permita este tipo de caprichos, que sin duda
vienen motivados por la confianza plena que les otorgan sus años y
años de directos inmaculados. Tienen demasiado claro que son unos
ilustres en lo suyo, y no tienen la menor intención en dejar de
serlo. Lo de repartirse el cetro con yogurines que vienen pegando
fuerte, o con viejas glorias de nombres imponentes, no es para ellos.
Lo suyo es sudar cada nota que interpretan, amedrentando al público
que tengan en frente y sin perder una pizca de personalidad en el
proceso. Un caso el de Overkill, como no conoce demasiados este
humilde reportero, dentro del mundillo de la música latiguera.
Siendo esto así,
la de Bilbao no acabaría siendo ninguna excepción a la norma
mencionada, tan solo una exaltación de la misma, gracias a un
sonido que infundía respeto y admiración. Con graves poderosos y
tajantes, que permitían distinguir sin problema cada punteo que
trazaban los dos guitarras, y la personalísima voz de Bobby,
sobresaliendo por encima como dictan los cánones metálicos.
Nos
enfrentaríamos a muy diversos cortes-diecisiete en total- entre los
que se me quedarían grabados los salvajes minutos de “Electric
Rattlesnake”, el pogo iniciático que se montó con “Rotten To
The Core” y la manera en la que la gente se puso a corear el “End
of the Line”. Todos estos antes de que el conjunto tomase un poco
de aire, en lo que Dave Linsk se hacía un solo salvavidas. Llegaría
entonces el recuerdo a la etapa más Crossover del conjunto,
recordándonos los crujientes noventa a lomos de “Long Time Dying”
y “Under One”. Alguno hasta se acordaría de Pantera, con los
chirriantes riffs que brotaban desde el escenario.
El Thrash Metal
volvería a llamar a la puerta en forma de “Pig”, haciéndose
imparable acto seguido con “Hello from the Gutter”, hasta el
punto de hacernos dejar nuestros bártulos en una esquina, e ingresar
en el pogo que había tomado el centro del Antzoki bilbaíno. De esta
manera, ganándonos los moratones con cada “Hello” que
pronunciábamos, llegaríamos hasta “Ironbund” para zanjar
felices la parte central de la comparecencia.
Volverían los
Overkill con el mencionado “Bitter Pill” y la tangana volvería a
coger impulso, con todo preparado para que nos zurrásemos una vez
más al ritmo de “Elimination”. La fiesta marrullera iría
tocando a su fin, aunque antes nos tendrían que mandar al pairo, de
la clásica manera en la que acostumbran, con un gigantesco “Fuck
You” entonado por toda la sala al unísono. Nos jodimos pues, y nos
despedimos de los que nos habían pasado por encima. Hasta otra,
Overkill.
Crónica y fotos por Unai Endemaño.
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