El Rock And Roll
como principio y final de todo en la vida, como experiencia completa
y como definición de intenciones absoluta. Así llevan treinta años
defendiendo su carrera los Quireboys, tirando de oficio
mientras las modas pasaban a su lado, haciéndose fuertes en su
pequeño bastión de pureza incorrupta y ganándose una merecida
reputación sobre los escenarios. La misma reputación que cada año
les permite girar por nuestro país, la misma que una vez más les
acerco hasta el Antzoki bilbaíno, un frio jueves de Enero.
Acudiríamos una
vez más a la llamada de los ingleses, sin pensárnoslo demasiado,
guiados por la bendita inercia que provocan los planes contrastados.
Demasiadas habrían sido las veces en que habíamos podido comprobar
el buen hacer de Spike y los suyos, tantas que yo perdí la cuenta
hace años. El escenario sería el mismo de las últimas ocasiones
sin embargo, y el disco a presentar, el correcto “Black Eyed Sons”.
Pocas sorpresas en el horizonte nos aguardarían.
Comenzaría tibia la visita de los de Newcastle, orientada a la
presentación del nuevo plástico y con la banda reservándose más
de lo necesario. El sonido tampoco seria el mas boyante y la fiesta
esquivaría los primeros compases, con el regusto Stoniano de
"Troublemaker" soltando la liebre y "Too Much Of A
Good Thing" mostrándose plana.
"Misled"
nos traería de vuelta el celebérrimo A Little Bit of What You
Fancy, siendo más que suficiente para que la peña se viniese
arriba, jugando sobre seguro entre una audiencia que no estaba allí
para descubrir nuevas tonadillas. Los viejos himnos con olor a tasca
británica, serian los que habían permitido llenar la mitad del
Antzoki, la clase de cortes que a principios de los noventa, eran
considerados la respuesta británica a los Black Crowes. Así
volarían "There She Goes Again" y "Roses And Rings",
con Spike regalando la rosa de su solapa, una vez hubo concluido.
A la cita aun le
quedaría tela como para alcanzar el fiestón que se preveía, aunque
tema a tema, la banda iría acortando el trecho que les restaba para
alcanzarlo. Luciría de esta manera la bombástica declaración
estilística que supone "This is Rock N Roll", sucediendo
con fortuna los aires seductores de "What do you Want For Me",
y sirviendo para concluir dignamente con la primera parte de la
comparecencia.
Propondrían
entonces el encanto Faces de "Mona Lisa Smiled",
consiguiendo una fenomenal acogida entre el respetable y allanando el
camino para que "I Dont Love You Anymore", se mostrase más
grande incluso de lo que ya es. Contaría con luces especialmente
llamativas, la parroquia voceando el estribillo y un Spike plenamente
consciente de que había llegado el momento clave de la noche.
A partir de ahí
los Quireboys remarían cuesta abajo, con el Antzoki entero metido
en el bolsillo de su chaleco y un repertorio del que sobresaldrían
los clásicos más absolutos del conjunto. Aparecerían los "Hey
You", "Tramps and Thieves" y "7 OClock",
cerrando por todo lo alto la zona troncal de la actuación,
situándose entre medias un "Sweet Mary Ann" sencillamente
perfecto y dejando un hueco coqueto, para que la nueva "Beautiful
Curse" brillase con honores.
Quedarían el par
de bises de rigor, compuestos por "I Love This Dirty Town"
y "Sex Party", retratando el inevitable final indebidamente
alargado en lo que presentaba Spike a los músicos de la banda. La
fiesta habría durado más de hora y media, en medio de un Antzoki
encendido por unos músicos de contrastada eficiencia. Buen concierto
en definitiva, aunque ni de lejos el mejor de todos los que les hemos
podido contemplar.
Crónica y fotos por Unai Endemaño.
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