De la misma forma
que una vez tras otra os estamos contando los descalabros que se
pegan los sufridos promotores, en ocasiones tenemos la oportunidad de
relatar verdaderos triunfos que nos alegran doblemente. Frutos del
buen hacer y de la planificación niquelada, a los que la suerte les
acompaña y acaban por convertirse en fiestas absolutamente
incuestionables. Así tendríamos que catalogar la visita de
Mercenary a Erandio, una velada que ni los más optimistas se
la imaginaban saliendo tan rodada.
Ya desde el
inicio apuntaba maneras la jarana, con cantidad de gente en los
alrededores y varias cuadrillas numerosas rodeando la sala. La idea
de incluir a tres grupos locales con tirón había surtido el efecto
esperado, atrayendo a colegas y conocidos a cascoporro. De todos
modos no sería esta la única formula que explicaría la estupenda
entrada, lo poco vistos que estaban Mercenary por estos lares
actuaría como detonante definitivo.
Una vez dentro
serían Black Ocean Witness los que nos recibirían, instando
a la peña a que se arrimase al escenario, tratando de que los huecos
fuesen empequeñeciéndose de manera tempranera. Sonaban a lata por
desgracia, contra todo pronostico estábamos escuchándoles faltos de
fuerza desde todas las esquinas de la Sonora. La banda que yo mismo
había votado para que estuviese ese día sobre las tablas, la que
hace no mucho se cascó un concierto sobresaliente durante el
Arrowsnight Fest, estaba desdibujando los recuerdos que sobre ellos
conservaba.
No tendrían
tiempo para la mejora por desgracia, para ellos estaban asignados
treinta minutos contados y no iban a concederse prorrogas. Su
cantante se afanaría por animar el ambiente, pero la cosa no
terminaría por fluir, daba la impresión de que aquel no fuese ni el
momento ni el lugar para los Black Ocean Witness. Terminarían de
malas maneras, cuando trataron de rematar su comparecencia y
encontraron la negativa por parte de la organización. El cronómetro
mandaba y el frontman del conjunto saldría escopetado por la puerta
de emergencia, perdiendo en parte las formas y emborronando aun más
una noche que en ningún instante les había sonreído.
Un día después
la banda emitiría un breve comunicado sobre lo ocurrido en la
Sonora, aludiendo a que habían tenido escasos minutos para probar y
a que sus tiempos no habían sido oportunamente respetados. En
cualquier caso, y sin entrar a valorar de quien fue la culpa del
pinchazo, nos quedamos con las ganas de admirar las enormes
posibilidades que el conjunto atesora.
Las segundas
espadas de la noche se subirían al tablao con un par de telones
adornando las esquinas, otorgando importancia a los detalles y
personalidad a su puesta en escena. De espaldas dejaron que su
introducción les presentase, pasando velozmente a quemar sus naves
sin esperar a que viniese un tercero con la gasolina. La cantante de
la formación rompería hostilidades de manera salvaje, berreando
guturales justo cuando nos poníamos a inmortalizarles con las
cámaras, de ahí que el primer golpe me pillase por sorpresa
mientras apuntaba en sentido opuesto.
Neska conseguía
impresionarnos con sus tonos farrucos, mucho más poderosos de lo que
uno podría imaginarse viéndola con la boca cerrada, las partes
opuestas serían sin embargo las problemáticas, sonando ahogadas y
sin recorrido, haciéndonos imaginar como podría crujir esta banda
si se dejasen la voces limpias aparcadas. Dejábamos de elucubrar
cuando nos deteníamos en lo que el resto de la formación estaba
ofreciéndonos, era sencillo apreciar lo contundentes que se
mostraban, sobresaliendo uno de los guitarras y el batería por su
excelencia. Concretamente lo de Alex de Benito me pareció de
categoría especial, manejando su instrumento con una solvencia que
poco tendría que envidiar a nadie que fuese a pasar por el escenario
de la Sonora en lo que restaba de noche.
La actuación de
los Unbreath resultó casi tan corta como la que habíamos
presenciado antes, introduciendo su versión de los Arch Enemy a modo
de tributo y marcando de esta forma el punto de inflexión negativo.
A pesar de que la aguerrida cantante tratase de alcanzar cada segundo
del corte, se le atragantaba soberanamente y no parecía llegar
cómodamente cuando era el turno del estribillo. El último tema que
sucedería a la mencionada, sería por desgracia una continuación
del “Nemesis”, con la banda sonando demoledora y su cantante
tratando de recuperarse del anterior esfuerzo.
La fiesta
continuaría con la tercera banda local del cartel, la que gozaría
de más minutos y acabaría saliendo triunfal una vez que las luces
pidiesen paso. Se podría afirmar a priori que Mercenary jugaban en
otra liga, pero de esta manera no seríamos justos con lo que pudimos
contemplar en la Sonora. Orion Child harían el camino opuesto
a Unbreath para demostrarlo, de menos a más sería su comparecencia,
comenzando pelín atropellados y terminando con toda la sala rendida
a sus pies.
Emplearían su
poderoso Power Metal para ello, fundamentalmente con los cortes de su
primer “A New Dark Apology” y con un par de nuevas piezas que
irán incluidas en su próximo trabajo. Mezclaban dentro de lo
clásico de su propuesta, interesantes influencias con las que
enriquecer la ecuación, sonando a veces como unos Evergrey luminosos
o unos Symphony X en versión maqueta. También eran evidentes los
paralelismos del conjunto con los cabezas de cartel de la jornada,
ambos jugando la carta del mestizaje estilístico.
Pronto
provocarían el primer pogo entre sus seguidores, con el segundo
corte nada más y nada menos empujando con ahínco. Su cantante
aportaba solidez, vociferando sin demasiado espectáculo, pero dando
empaque a todo lo que entonaba. En la retaguardia, cubriéndole las
espaldas, los coros y alguna que otra estrofa escogida, se
encontraban uno de los guitarras y el teclista. Significativo era que
concretamente a las teclas, contaban con Jonkol de los folkloricos
locales Incursed, quien nos hacía recordar a Ensiferum cada vez que
añadía su raspada voz a lo que allí se estaba cociendo.
El conjunto
estaba dejándose suficientes muestras de oficio por el camino y
trataban de estirar el momento todo lo que eran capaces. Para ello
montarían un circle pit con uno de los temas más cañeros de su
repertorio, convencidos de lo que habían venido a hacer y sin que se
les pudiese achacar el no dejarse los huevos en el intento. La
ilusión acabaría viéndose reflejada en sus caras, una vez se
percataron de que habían cuajado un concierto notable, dando la cara
frente a una importante formación internacional.
Precisamente esta
sería la encargada de cerrar el mini-festival, los daneses
Mercenary, un conjunto que hasta hace bien poco era
prácticamente imposible de contemplar en suelo patrio. Yo tuve la
suerte de toparme con ellos en un Metal Camp de hace años, pero
nunca había sido capaz de repetir experiencia. Teniendo en cuenta
por tanto, lo poco vistos que estaban las estrellas de la velada, a
nadie extrañaría la ovación de gala que recibieron cuando pusieron
su maquinaría a rodar. Lo harían con “New Dawn”, siguiendo el
guion previsto y poniendo sin rubor el acento sobre su última
creación.
Del Through Our Darkest Days rescatarían cuatro
cortes, con el que da título al álbum colocado estratégicamente
antes de tocar los bises. En lo referente al resto
del repertorio escogerían “Soul Decision” del Hours
that Remain, “Embrace the
Nothing” y “The Endless Fall” del Architect
of Lies y
“Black Brigade” y “Through
the Eyes of the Devil” del Metamorphosis.
Los momentos nobles de la actuación, los que se encontraban
en el centro y en los bises estarían adornados por piezas de su
mejor obra, el impecable 11 Dreams del 2004.
El concierto de
Mercenary no tendría de todos modos una historia demasiado
fulgurante, como para extendernos en su relato. Sus minutos serían
sólidos y efectivos, impactando con fuerza pero sin llegar a salirse
en ningún momento del guion marcado. Obviarían en exceso los
paréntesis estilísticos, atacando en casi todas las canciones los
mismos patrones que hemos contemplado mil veces. Sonando bien,
absolutamente contundentes, pero demasiado lineales como para que su
propuesta noquease.
Basándose en
once cortes tan solo, hubiese sido beneficioso que tratasen de
introducir algún revulsivo por el medio, algún corte que girase
sobre si mismo para llamar la atención y demostrar que pueden
abarcar otros tiempos. En ocasiones recordaron a los Rage más
progresivos, o a los Scar Symmetry de los últimos tiempos, con unas
guitarras impolutas y la base rítmica haciéndonos botar la patata.
Terminarían con “Firesoul” de manera eficiente y reservada, sin
que la idea de volver se les pasase por la cabeza. Cumpliendo
sobradamente, pero sin dejarnos exhaustos, se irían para Madrid los
daneses Mercenary, habiendo hecho los deberes con buena letra, pero
sin habernos robado el corazón en el proceso.
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