Imaginábamos de
primeras un recinto medio pelado, para que engañarnos, pero
ciertamente los Sabaton nos acabarían dando en todo el morro,
con su incontestable poder de convocatoria. Multitud de coches por
las inmediaciones se encargarían de irnos avisando, acerca de la
timba que nos aguardaba dentro de la Santana. Nos acordaríamos
entonces, de la misma manera en la que lo haría Joakim Brodem un
rato más tarde, de las primeras veces que tuvimos la suerte de
presenciarles, cuando aún se lo estaban trabajando como elegantes
teloneros. Cuando aún les quedaban multitud de batallas por contar,
para situarse en la merecida primera división, que hoy en día
ostentan.
Ya dentro del
recinto, nos faltaría tiempo para llegar hasta debajo de los
primeros espadas de la noche. Los Tyr hacía un rato que
habrían comenzado a presentar su particular Folk Metal sobre Bilbo,
y nosotros andábamos aun recogiendo nuestras acreditaciones de
prensa. Nos indicarían justo en esos primeros instantes, como
tendríamos la posibilidad de mantenernos en el foso de fotógrafos,
durante todos los minutos que necesitásemos, sin límite de temas.
Esto facilitaría enormemente nuestra labor como fotógrafos, y
terminaría por permitirnos montar la jarana, justo delante de las
bandas. Tocaba dar las gracias a la promotora Madness Live, antes
incluso de habernos puesto a sudar.
Los de las Islas
Feroe repetían en la Santana después de su visita con Moonsorrow de
hace unos años, con similares mimbres sobre los que hilvanar su
comparecencia y parecidas armas con las que convencer a la chavalería
allí presente. Se mostrarían pelín siesos en las formas, sin
apearse de la poderosa fachada vikinga que gustan de mostrar,
mientras iban desgranando algunos de sus cortes más populares.
Hábilmente
rescatarían "Hold The Heathen Hammer High" de primeras,
poniendo al público de su parte casi sin proponérselo, para
destinar a continuación los minutos, a la presentación de su último
Valkyrja. Sonarían de esta manera alguna de sus creaciones más
recientes, sin que tuviesen la ocurrencia sin embargo, de jubilar
sus cortes más emblemáticos. Rematarían en consecuencia con
"Sinklars Visa" y "Shadow of the Swastika",
luciendo paganos y convincentes.
Mucho más
descafeinada sería por desgracia la comparecencia de Korpiklaani,
quienes presentarían casi todo su último Manala sobre las tablas
bilbainas, dejando aparcada su faceta más bombástica y primigenia.
Los tiempos pretéritos de los finlandeses serían olvidados de esta
manera, incidiendo sobre la faceta chamanica y sosegada, la que trata
de ofrecer algo más que simple fiesta sobre el oyente, dotando de
cierta profundidad al mensaje y decelerando los tiempos incendiarios.
Lamentablemente
la gracia de Korpiklaani, siempre ha descansado sobre su tremebundo
poder verbenero, haciendo de menos a su vertiente calmada, frente al
tipo de cabalgadas con que habitualmente sembraban pogos. Pocos
momentos en esta última línea escucharíamos en esta ocasión,
ningún corte anterior al Korven Kuningas, y unos pocos puntales como
"Sahti" o "Vodka", dispuestos para animar el
asunto. Añoraríamos las congas infinitas que solían montar hace
años y nos quedaríamos expectantes ante la comparecencia de los
cabezas de cartel de la noche.
Así llegarían
hasta nosotros los Sabaton, calentando ambiente con el "Final
Countdown" sonando por los altavoces y con la sala entera
viniéndose arriba por la fiesta que se le prometía. Los suecos
arrancarían imperiales con su tradicional indumentaria militar, al
tiempo que mentaban a la división fantasma y cambiaban drásticamente
el devenir de lo que allí estábamos respirando.
En segundos
pasaríamos a dejarnos llevar por el ímpetu con que despachaban los
suecos, embelesados con las historietas belicosas, que sonaban a
ritmo de Power Metal exultante. Así caerían sobre nuestras cabezas
los aires marciales de "Carolus Rex", recordando al rey
sueco con toda la casta que era capaz de imprimir Joakim Broden.
La banda se movía
por el escenario como una única entidad, en perfecta formación de
ataque y cuadrando todas las poses posibles. Jugando con los
fotógrafos, sonreían hacía cada esquina del recinto y trasmitían
un buen rollo difícil de superar. A la cabeza su cantante se
mostraba como perfecto canalizador de lo que allí se oficiaba,
certero mientras entonaba sus himnos de trinchera humeante.
Encarrilado como
se encontraba el asunto, comenzarían a fusilarnos los suecos con una
salva inmisericorde que abría "40:1". La épica espartana
de los soldado polacos fallecidos, se presentaría ante nosotros
entre elegantes coros y ritmos acelerados. La historia sería contada
de nuevo, a fuego, con el mismo espíritu invicto que debieron poseer
aquellos patrióticos héroes lejanos.
La cuerda
permanecería firme a posteriori y es que, a pesar de permitir a la
audiencia decidir el idioma con en el que continuábamos la lección,
“Gott Mit Uns” estaría aguardándonos para marcarnos el paso. No
habría ocasión para abandonar el pelotón, se mirase por donde se
mirase. La tensión proseguiría de esta manera, con “Soldier of 3
Armies” dejándonos flotar en su poderoso estribillo, hasta que
estuvimos lo suficientemente maduros como para volver a repasar el
arte de la guerra de Sun Tzu.
Los viejos
tiempos de Sabaton serían mentados entonces, con Joakim recordando
la primera vez que tocaron en Bilbo haciendo de teloneros y las
posteriores ocasiones en las que tampoco es que contaran con
demasiado público. Hoy en día las tornas han cambiado para los de
Falun, qué duda cabe. Petando garitos allí donde se lo proponen y
disfrutando de un éxito que la mayoría de sus compañeros de
generación desconocen. Su historia ha estado trabajada desde el
principio, merecidamente propulsada hacía lo que hoy en día es y
justamente celebrada en la Santana, con la maravillosa “7734” del
Metalizer.
Se permitirían
incluso dejar al público elegir entre unos cuantos cortes, plenos de
convicción y con “Attero Dominatus” enarbolando las banderas del
Power Metal furibundo. Detendrían por fin el tanque en este punto,
tras habernos pasado por encima con la certeza plena de que aquello
ya solo esperaba ser rematado. Así se entretendrían un rato
mientras Joakim agarraba la guitarra e iniciaba pedazos del Smoke On
the Water o el Master of Puppets. Aquí llegaría el momento óptimo
para trincarse una garimba y otear el escenario desde la distancia.
Volveríamos a
primera línea de batalla con el “Screaming Eagles” atronando y
sus mortíferos ritmos obligándonos a menear la testa sin compasión.
Nueva lección de estilo que se marcarían con ella los suecos y
último corte que nos proporcionarían antes de marcharse
momentáneamente.
Los bises
comenzarían con “Night Witches” elevada a la categoría de
clásico y un “Primo Victoria” haciendo las veces de himno
absoluto. El popular corte sobre el desembarco de Normandia, volvería
a ponernos a botar como si aquello no fuese a terminar nunca.
Exultantes nos encontraríamos en esos momentos, felices y
despreocupados, como niños que saltan mientras entonan su canción
de guerra favorita.
Habría tiempo
aun para que entonásemos el folclórico “Swedish Pagans”, una
buena amiga lanzara un sujetador a Joakim y todos terminásemos
remojando con la siempre convincente “Metal Crue”. La exhibición
de Sabaton había llegado a buen puerto sobre Bilbao, haciendo un
poco más grande la leyenda y un poco más brillante el nombre de la
formación, que mejor gestiona el Power Metal a día de hoy.
Crónica y fotos por Unai Endemaño.
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