De las cenizas
mismas del añorado Madrid Is The Dark, ha nacido con fuerza este
febrero el festival End Of The Third Day, dispuesto para
devolver a los Doomsters, lo que hace casi tres años creyeron
perdido para siempre. Una fecha única y exclusiva, en la que los
géneros más pesados tienen un papel protagonista, y las propuestas
aventureras, encuentran una digna plataforma desde la que
amplificarse. La clase de iniciativas que marcan la diferencia por
tanto, esas que son verdaderamente dignas de ser contadas.
Nos
trasladaríamos hasta la capital del reino en consecuencia,
impulsados por el estupendo cartel que anunciaba el recién
estrenado certamen. Un plantel variopinto se nos ofertaría, con
pesos pesados del estilo, como los mismísimos Saturnus,
novísimas formaciones como Famishgod y suculentas rarezas,
como Lantlos. Seis conjuntos en total reunidos en torno a la
céntrica sala Paddock, que nos permitirían despedir Febrero entre
brumas y tiempos funerarios.
Abrirían la lata
los debutantes Famishgod, el proyecto Doom en el que
participan miembros de Avulsed y que inauguraba su andadura en
directo, en medio del End Of The Third Day. Contarían con tan solo
media hora para presentar la monolítica propuesta que se traen entre
manos, envueltos en capuchas de manera similar a como acostumbran
Sunn 0))), pero mostrándose bastante menos estridentes, que los
populares creadores del Black One.
Lo suyo sería
más tétrico que otra cosa, evocando las viejas figuras de la noche
del terror ciego, al tiempo que interpretaban pesadísimos tiempos
contra la Paddock. Retumbarían durante casi toda la comparecencia,
unas veces premeditadamente, y otras por consecuencia inevitable del
torrente de graves que provocaban. Se mostrarían infinitamente
profundos y ceremoniosos, sin salirse en ningún momento del papel
que ellos mismos habían preparado y dejando que la voz de Dave
Rotten, sobrecogiese a todos los que se iban aventurando a poner el
pie en el festi. Impactante puesta en escena, para un intimidante
liturgia Doom.
La ceremonia
proseguiría con bastante menos pompa que como había sido bautizada,
con los italianos Shores Of Null, estrenándose en nuestro
país ante la extrañeza de buena parte de la audiencia. A pesar del
desconocimiento mayoritario que se palpaba, presentarían con
pundonor su primer trabajo, Quiescence, aunque evidenciarían
ciertos errores que deslucieron su comparecencia. Citaremos el mal
sonido general con el que gozaron, montando bolas de sonido sin
sentido, y sobre todo, una sonoridad exageradamente heavylata para el
festival en el que nos encontrábamos.
El cantante de la
formación se mostraría efusivo y dinámico, entregándose en cuerpo
y alma sobre casi todo el escenario de que disponían y tratando de
involucrar con valentía a los asistentes que frente a él nos
encontrábamos. Su mensaje no terminaría de calar en el festi,
consiguiendo dividir a la audiencia, en el que a la postre acabaría
siendo el momento más bajo en cuanto a intensidad y emoción.
Correctos para el teloneo, pero insuficientes como para aspirar a
mayores gestas.
El guion volvería
a tornarse tan negro y retorcido como había comenzado con los
madrileños Famishgod, hacía unas horas. Ophis serían los
encargados de restaurar las tinieblas sobre la Paddock, apuntalando
desde que arrancaron con “Resurrectum”, y provocando la inmersión
absoluta a base de Doom Metal señorial.
Sus minutos
serían soberbios, se mirase por donde se mirase, sonando mucho más
conjuntados que el par de formaciones que habíamos dejado atrás por
el camino, al tiempo que presentaban unas pocas muestras de su oscuro
arsenal. Así desglosarían sus extensas creaciones, englobando
dentro de su basto minutaje, todo el abanico estilístico de que son
capaces. Saltaríamos así, del Death al Doom, una vez tras otra,
hasta que nos diesen la merecida puntilla con “Among The Falling
Stones”. Un final esplendido, para una actuación sobresaliente.
Volvería el
corte melódico a sobrevolar el End Of The Third Day, de manos esta
vez de la mismísima banda que había dado nombre al festi. Autumnal
tomarían las riendas de la velada de manera elegante y decidida,
dispuestos a demostrar que continúan siendo el buque insignia del
Doom en España, por mucho que su anterior trabajo date del 2006,
ocho años atrás respecto a su último redondo hasta la fecha.
Se terminarían
apuntando la interpretación más sentida de la noche, siguiendo la
senda por la que acostumbran a deambular Anathema o Katatonia, pero
sin dejar de aportar desgarro a cada momento. Se apoyarían en los
enormes contrastes que ofrecen sus partituras, conjugando unos
minutos perfectos para recogerse y soñar. Saldrían por la puerta
grande y con el público absolutamente convencido de su apuesta.
No pasaría lo
mismo por desgracia, con los siguientes espadas de la noche, quienes
cosecharían opiniones encontradas a su paso. Unos alabando la
fenomenal burbuja en la que serían capaces de introducirnos,
mientras el resto les achacaba la falta de dureza que destilaban. Así
sería el devenir de los alemanes Lantlos por el festi,
incierto dependiendo desde que lado de la sala los
contemplásemos.
A mí me
parecieron exquisitos en cada compas que sostuvieron, tanto en sus
momentos meramente ambientales, como en los decididamente Shoegazers
- los cuales acabaron centrando casi toda su actuación- así como en
su último recuerdo al Neon, con el que tuvieron a bien despedirse.
Sus tres últimos discos representados, con amplia mayoría para las
harmonías entrecortadas del Melting Sun y algún guiño
necesario a los sosegados tiempos del Agape, conformarían un
setlist corto, pero adecuado para retratar a la banda que son hoy en
día. Simplemente, una de las mejores formaciones que nos ha dejado
el boom Post black Metalero de hace unos años.
Tras la
demostración de estilo de los Lantlos, solo nos quedaría una única
formación con la que despedir el festi de este año. Serían los
daneses Saturnus, los encargados de pegar cerrojazo sobre la
primera edición del End Of the Third Day. Saltarían sobre la
Paddock en medio de una clamorosa ovación y mantendrían esas buenas
sensaciones hasta que se bajaron humildemente de las tablas. Atrás
iban a dejarse algo más de una hora interpretando Doom melancólico
de primera categoría.
Una fugaz
comparecencia que comenzaría con la voz de Thomas desaparecida, e
iría cogiendo impulso al poco que "I Love Thee " era
presentada. En lo que la banda hacía camino, tendría que ir
esquivando algún que otro problemilla técnico con los samples, los
cuales serían esquivados con una sonrisa y profesionalidad
contrastada. Una balsa de aceite resultaría el resto de la
comparecencia de Saturnus. Sin ningún otro obstáculo que les
impidiese llevárselo de calle.
Conseguirían
algo tan poco frecuente, como que en medio de un concierto de Doom la
audiencia corease temas, de la misma forma a como se suele llevarse a
cabo en bolos mucho menos crepusculares. Este divertido dato,
aportaría otro brillo a himnos del rollo como "All Alone"
o "I Long", los cuales acabarían luciendo enormes al
tiempo que la gente interactuaba con los músicos.
Envueltos en esta
buena onda festivalera, terminarían con "Christ Goodbye",
en medio de una sala que les reclamaba con insistencia. Los daneses
se reunirían en comité para decidir si tocaban una última copla,
cuando desde la sala les dijeron que hasta ahí había llegado la
jarana. Habían sido unas cuantas horas sin apenas ver la luz del
sol, y para la hora que nos tocaba volver al mundo de los vivos, ya
sería la fría noche madrileña la que nos recibiría amablemente.
Crónica y fotos por Unai Endemaño.
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